Crítica Literaria y Oda a Licinio
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El poeta Suffeno
Suffeno, o Varo, a quien conoces a fondo, es un hombre experto en amor, es buen conversador, es cortés, pero al mismo tiempo escribe demasiados versos. Creo que ha escrito diez mil o incluso más; y no los escribe, como suele ocurrir, en papel ya escrito: son hojas que le llegan de Egipto, son volúmenes intactos, intactos los pomos de adorno, rojas las franjas de la vitela, todo ha sido trazado con regla de plomo, raspado con piedra pómez. Cuando los lees, ese Suffeno simpático y cortés te parece, por el contrario, transformado en un pastor de cabras o en un campesino que cava: tanto es diferente y se ha transformado. ¿Y cómo lo entendemos? Poco antes hacía de urbanita; o si hay algo más refinado que un urbanita, he aquí que es más rústico que el rústico del campo, tan pronto como se dedica a los poemas; y nunca es tan feliz como cuando se pone a hacer versos; tanto disfruta solo y tanto se complace. No es de extrañar que todos nos equivoquemos en un punto; no hay nadie en quien no puedas reconocer de alguna manera a Suffeno. A cada uno se le ha asignado un defecto, pero no vemos el saco que llevamos a la espalda.
Oda a Licinio
En el día de ayer, como no teníamos nada que hacer, Licinio, poetizamos mucho en mis tablillas, como nos habíamos prometido ser refinados: escribiendo versos ligeros, cada uno de los dos jugaba ahora con un metro, ahora con otro, a golpe y respuesta, entre bromas y vino. Y me fui de allí, inflamado por tu espíritu y tus bromas vivaces, Licinio, hasta tal punto que, ¡pobre de mí! La comida no me alegra y el sueño me cierra los ojos en silencio, pero al no poder ser vencido por el sueño por la excitación, me revolvía por toda la cama, deseando ver la luz, para poder hablar contigo inmediatamente. Pero, con las extremidades agotadas por la fatiga, después de que quedaran medio muertas, por eso te escribí una carta, por la que puedas comprender mi pena. Ahora procura no mostrarte arrogante, y te lo ruego, en uno de nuestros encuentros, procura no despreciar, luz de mis ojos, que no te pida cuentas de la pena a Némesis. Es una diosa terrible: ten cuidado de no ofenderla.
Belleza relativa
Muchos consideran que Quintia es bella. Para mí tiene la piel luminosa, es alta, esbelta: yo considero que tiene estas únicas cualidades. Pero niego que sea del todo bella: de hecho no hay ninguna gracia, ni siquiera una pizca de espíritu en un cuerpo tan bello. Es atractiva Lesbia, que es espléndida por dentro y por fuera, y ella sola les quita a todas las Gracias.