Estructura Social y Dinámicas de Poder en la España del Siglo XVI

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Estructura Social y Dinámicas de Poder en la España del Siglo XVI

La Sociedad Estamental

La sociedad del siglo XVI en España se caracterizaba por ser una sociedad estamental, dividida en grupos sociales con diferentes privilegios y obligaciones. En la cúspide se encontraba la nobleza, seguida por el clero, y finalmente, el estado llano o "mundo ordinario".

1. La Nobleza: Una Clase Privilegiada

La nobleza se extendía por toda la Península Ibérica, representando entre el 15-20% de la población total, según se indica en el libro "XVI-XVII: Política y Sociedad" de J.J. Ruiz Ibáñez y Bernard Vincent. La mayor concentración de nobles se encontraba en el norte de la península, mientras que en Castilla y Andalucía, la nobleza estaba más vinculada a la posesión de tierras.

En la cima de esta jerarquía social se situaba la Familia Real. Por debajo, se encontraba la nobleza titulada (con dominio señorial) y aquellos sin dominio. Un dominio señorial era un espacio donde el noble ejercía derechos legales sobre sus vasallos, abarcando aspectos judiciales, políticos, económicos y fiscales.

Las grandes propiedades pertenecían a los grandes nobles, aunque existían excepciones. Un noble con título de duque podía tener menos tierras que un marqués, jerárquicamente inferior. Los nobles podían obtener señoríos a través del servicio real, recibiendo mercedes del rey, o mediante la compra de tierras. Estos servicios permitían a la nobleza consolidar su posición política y económica frente a otras familias nobles.

La alta nobleza poseía una enorme fortuna económica basada en sus tierras, rentas, vasallos y prestigio. En el siglo XVI, estas fortunas se vincularon, es decir, la nobleza castellana se unió al proyecto europeo de la nobleza aragonesa, flamenca y genovesa. Esta nobleza castellana fue el principal apoyo del imperio de Carlos V, aunque con Felipe II se recurrió más a préstamos financieros europeos.

Los considerables gastos para mantener el imperio por parte de los nobles castellanos llevaron a que se multiplicaran las mercedes concedidas por el rey. Estas mercedes se basaban, principalmente, en la concesión de hábitos de órdenes militares. Estas instituciones funcionaban como dominios, pero parte de sus beneficios revertían en el rey, quien podía conceder estos hábitos a aquellos de "sangre pura" de por vida. Ser caballero de una orden militar otorgaba prestigio social y un importante beneficio económico, ya que solía ir acompañado de una dote en tierras. Estos caballeros formaban, en muchos lugares, las élites locales y regionales.

La nobleza media estaba compuesta por aquellos señores que residían en ciudades y por señores de vasallos.

Los caballeros dominaban grandes ciudades y villas rurales. Aunque legalmente no eran nobles, podían acceder a esta dignidad mediante mercedes reales. Muchos caballeros demostraban su poder falsificando documentos para probar su limpieza de sangre, ya que muchos eran antiguos judíos, plebeyos y artesanos. Estos individuos recurrían a una política matrimonial ventajosa para ascender al rango de caballeros.

Los señores de vasallos se encontraban un escalón por encima, ya que eran familias antiguas, de origen medieval, que no habían logrado un ascenso social significativo.

La baja nobleza era la más numerosa de la península. Tenían ingresos bajos (incluso los comerciantes tenían más dinero que algunos hidalgos), pero seguían siendo nobles y disfrutando de sus derechos y privilegios.

Dentro de este grupo existía una diferenciación: en el norte residía un gran número de hidalgos, generalmente más pobres, mientras que en el sur, los hidalgos representaban una proporción menor de la población urbana. Por lo tanto, una parte de los hidalgos del norte emigró a las zonas urbanas del sur peninsular, buscando mejorar su situación económica y beneficiándose de matrimonios con familias burguesas ricas, que veían en ello una forma de ennoblecerse. Así, el número de hidalgos urbanos creció rápidamente en el siglo XVI.

2. El Clero

¿Podemos considerar a la Iglesia del siglo XVI como un estamento abierto a toda la sociedad? La respuesta es ¡no!, por varias razones:

  • Para ingresar en un convento o monasterio se necesitaba una importante dote económica que no todas las familias poseían. Por lo tanto, el clero estaba formado principalmente por miembros de los grupos sociales superiores y medios.
  • Existía un ascenso social dentro de la Iglesia, pero estaba reservado principalmente a familias con una gran fortuna, aunque siempre había excepciones.
  • La vocación religiosa estaba ligada a estrategias familiares. Según Enrique Soria, en el capítulo "La sociedad en los siglos XVI y XVII" del libro coordinado por Ricardo García Cárcel, "Historia de España: Siglos XVI y XVII", las familias ricas o aristocráticas utilizaban la Iglesia para sus estrategias políticas, económicas y sociales. Ocupar un alto cargo en la jerarquía eclesiástica permitía establecer una jurisdicción propia en beneficio de sus parientes. Las capellanías solían dejarse en favor de un sobrino o un hijo menor cuando se ascendía en la jerarquía, asegurando que un pariente joven ocupara el cargo durante décadas, manteniendo la influencia familiar.

Por otro lado, el ascenso eclesiástico estaba estrechamente ligado a la Corona. Desde los Reyes Católicos, la Santa Sede permitía la designación de obispos y arzobispos por parte de los monarcas españoles. Esto permitió que algunos nobles fueran recompensados por sus servicios reales, ubicándolos en diócesis recién creadas en la península, como Teruel, Valladolid, Orihuela, Jaca o Segorbe.

3. Financieros y Comerciantes Destacados

El auge comercial del siglo XVI propició el surgimiento de importantes fortunas entre los comerciantes y mercaderes del imperio y de la Península.

Los ricos burgueses utilizaron su poder y dinero para ennoblecer su linaje. No solo castellanos, aragoneses y catalanes buscaron ennoblecerse en el Imperio de Carlos V y Felipe II. Mercaderes de toda Europa se establecieron en los puertos peninsulares: Sevilla, Cádiz, Barcelona y Valencia, dejando a los comerciantes ibéricos como colaboradores de las grandes casas comerciales europeas. Lo mismo ocurrió en el sector financiero, donde las grandes casas de la península no pudieron convertirse en acreedoras del Imperio debido a los altos costos.

Así, financieros y comerciantes extranjeros comenzaron a integrarse en la política y la sociedad local, estableciéndose en la Península familias genovesas, milanesas, napolitanas, flamencas y alemanas. Destaca la importancia de los genoveses en las finanzas del Imperio, convirtiéndose en los principales acreedores del reino de Felipe II. Su influencia en la península se debió al eje comercial Barcelona-Génova, por donde se distribuía la mayor parte de los productos americanos en Europa. Con sus préstamos al rey, recibían bienes en forma de señoríos y juros, lo que les permitió integrarse en las élites locales y regionales.

B. El Mundo Ordinario

1. Vida Urbana

El desarrollo urbano en la Península se caracterizó por la expansión de las ciudades y del comercio mediterráneo y atlántico.

La vida urbana se caracterizaba por la presencia de la industria y el comercio. La mayoría de la población trabajaba en estos sectores, pero una parte de esta población urbana no disponía de recursos suficientes para subsistir: principalmente trabajadores no cualificados, es decir, campesinos emigrados a la ciudad, o inmigrantes que no lograban encontrar trabajo ni vivienda y dependían de la caridad.

- Los Poderosos de la Ciudad

En las ciudades existían diferentes oficios. Entre las profesiones liberales destacaban los abogados o letrados, cuyo prestigio, honor y privilegios les permitían ascender en la escala social. Además, al contar con formación universitaria, podían ocupar cargos en las cancillerías y audiencias de la administración.

Entre los poderosos también se encontraban los hidalgos urbanos, un grupo social con una importante fuerza política y social a nivel local.

Pero los verdaderos poderosos de la ciudad eran los mercaderes y artesanos, cuyas fortunas les permitían acceder a la baja nobleza y tener representación en el gobierno local.

- Gremios: Actividad y Jerarquía

Los gremios medievales eran instituciones que en el siglo XVI dominaban la actividad económica de las ciudades. Los gremios se estructuraban de forma jerárquica y piramidal, con dos o tres grupos bien diferenciados:

  • Maestros: Los verdaderos artesanos que presidían el gobierno del gremio.
  • Oficiales: Este grupo no existía en todos los gremios.
  • Aprendices: Jóvenes cuya familia los colocaba en el gremio para servir al maestro, bajo cuya tutela debían aprender el oficio.

El sistema de clasificación de los gremios fomentaba el rechazo a la integración de extranjeros en la institución y la oligarquía. El ascenso dentro del gremio se debía más a los lazos familiares que a la habilidad del aprendiz u oficial.

2. El Campo

- Aldeas y su Relación con la Ciudad

El campo y la ciudad estaban relacionados en lo que se refiere a los ingresos de muchas familias urbanas y a la organización de mercados y ferias, que se celebraban tanto en ciudades como en el campo.

Además, la ciudad ejercía jurisdicción sobre las aldeas si estas se encontraban dentro de sus tierras jurisdiccionales. Por ejemplo, como se indica en el libro "XVI-XVII: Política y Sociedad" de J.J. Ruiz Ibáñez, la ciudad de Murcia abarcaba una jurisdicción que llegaba hasta Fortuna. Estas jurisdicciones pretendían ser vistas como señoríos locales.

Por el contrario, los campesinos veían la ciudad como un lugar donde vender sus excedentes, por lo que la presencia de campesinos en las ciudades era constante durante el siglo XVI.

Las aldeas eran el núcleo principal de la población rural, pero se observan diferencias según la zona geográfica de la península: en el norte predominaba la dispersión de las aldeas y de la población rural, mientras que en el sur y el este, las aldeas eran más grandes y tendían a concentrarse.

- Poderosos en el Ámbito Rural

  • Terratenientes: Se pueden asociar con la nobleza rural, aquellos con grandes posesiones, especialmente en Castilla y Andalucía. Su dominio abarcaba a un gran número de campesinos y jornaleros, apoderándose de tierras comunales o baldíos que, en la segunda mitad del siglo XVI, la Corona comenzó a vender al mejor postor, aumentando el poder de los terratenientes y acentuando la diferenciación social. Estos terratenientes ocupaban importantes cargos políticos y militares junto a los monarcas, quienes les otorgaban mercedes y hábitos de órdenes militares o más dominios.
  • Labradores ricos: Familias de la comunidad campesina que se habían enriquecido gracias a políticas matrimoniales, estrategias familiares o por puro azar. Los labradores ricos tenían acceso al arrendamiento de tierras de grandes propiedades de la nobleza y la Iglesia. Estas familias accedían a cargos en la iglesia local y regional, y en las universidades, para entrar al servicio del rey. Intentaban imitar el estilo de vida de los terratenientes: escudos de armas, joyas, ropa y tejidos importados de Europa.
  • Aguatenientes: Propietarios o poseedores de los recursos hídricos de una región. Por ejemplo, en las Islas Canarias, llegaron a tener más poder que los terratenientes, ya que el agua era escasa en las islas, y su conservación y distribución eran factores clave. Los aguatenientes surgieron durante el auge de los cultivos de regadío en las islas.

- Situación de los Campesinos

La población rural de la península representaba entre el 70-75% de la población total, y la gran mayoría eran plebeyos.

Los campesinos se dividían en diferentes grupos, pero compartían características comunes: inmovilidad en comparación con la población urbana, prácticas agrícolas colectivas y comunitarismo.

Las tierras comunales eran la garantía de la economía campesina. De ellas podían extraer productos gratuitos para su sustento. Como ya se ha explicado, estas tierras comunales comenzaron a ser vendidas por la Corona para obtener ingresos extra para sufragar los gastos del Imperio. La situación se agravó con la práctica de los cercamientos, que fueron creados por haciendas y cortijos, de carácter privilegiado, que terminaron por convertirse en señoríos. Esto provocó el deterioro de las condiciones de vida de los campesinos y la acentuación de las diferencias sociales.

Los campesinos sufrían un estilo de vida basado en la subsistencia, debido al pago de numerosas rentas: diezmos, alquileres, impuestos, regalías, alcabalas o los cargos del concejo. Lo que quedaba después de pagar todo esto era poco o nada, y, sobre todo, no era suficiente para alimentar a la familia.

Por esta razón, existía una alta tasa de mortalidad, especialmente entre los niños, debido a la mala alimentación, basada en un alto consumo de pan y vino, y a la constante presencia de fiebres y enfermedades de todo tipo.

- Cambios y Bandolerismo Rural

Las revueltas campesinas del siglo XVI, en la mayoría de los casos, fueron alentadas por los poderosos del campo, ya que querían alcanzar sus objetivos frente al poder real o por rivalidades contra otros terratenientes.

Estos poderosos también podían convertirse en líderes de núcleos de bandoleros que asolaban la costa oriental de la península. Sin embargo, el bandolerismo estaba más ligado al desacuerdo de los señores con las autoridades de la ciudad o a las antiguas rivalidades entre cristianos y moriscos.

Los bandoleros obtenían grandes beneficios de las autoridades políticas, ya que estas no disponían de un brazo armado que pudiera hacer frente a este fenómeno. Así, virreyes y gobernadores llegaban a todo tipo de acuerdos con los bandoleros, desde el perdón hasta el reconocimiento de tierras.

Las principales revueltas campesinas del imperio: Castilla, Valencia y Sicilia.

C. Marginados Sociales

1. Moriscos: Guerra de Espadán y Conversión

Tras la caída de Granada en 1492, en el antiguo reino nazarí convivían mudéjares, moriscos y musulmanes con los cristianos viejos que se habían trasladado al reino.

Sin embargo, como se aprecia en el capítulo de Enrique Soria de la "Historia de España: siglos XVI-XVII", la constante presión de los cristianos sobre los moriscos, que conservaban sus costumbres y religión, y la coacción de la Iglesia sobre la Corona, provocaron disturbios mudéjares en el Albaicín en 1499, desembocando en la revuelta de las Alpujarras. La derrota de los moriscos en 1500 llevó a la conversión general, en la que los mudéjares fueron obligados a convertirse al cristianismo o a ser expulsados. La mayoría permaneció, y surgieron los criptomoriscos, o moriscos que seguían practicando el Islam en secreto.

En Valencia, la población musulmana se había incorporado a la Corona desde la Edad Media en las zonas rurales. En el siglo XVI la situación cambió debido a la presión de los cristianos viejos en las Germanías, obligando a la conversión forzosa de los mudéjares entre 1519-1522. Tras la revuelta, Carlos V en 1525 confirmó estas conversiones, desencadenando las protestas de los moriscos, que se sublevaron en las montañas en 1526.

- Moriscos: Las Alpujarras

Tras las primeras conversiones, aparecieron grupos de moriscos, antiguos nobles musulmanes que comenzaron a colaborar con los monarcas españoles como intermediarios entre cristianos y moriscos. Estas familias obtuvieron mercedes reales (hábitos de órdenes, cargos municipales, señoríos) y se unieron mediante políticas matrimoniales a la nobleza castellana.

En Granada, también existían importantes familias moriscas en el campo y en la ciudad: ricos labradores y comerciantes. Su colaboración con los reyes y la recaudación de impuestos les granjeó el odio y la envidia de los cristianos.

Sin embargo, el resto de la comunidad morisca tuvo que sufrir los abusos de la aculturación forzada, con las prohibiciones de Felipe II que pretendían romper la comunidad morisca y su fusión con los cristianos viejos.

Debido a esta represión cultural, los moriscos iniciaron una guerra desde las Alpujarras en 1568. La ineficacia de la milicia popular de los reinos castellanos limítrofes con Granada obligó a Felipe II a llamar a los tercios de Juan de Austria para poner fin a la guerra en 1570. La represión cristiana fue cruel y despiadada.

La guerra llevó a la expulsión de todos los moriscos del reino de Granada, y los que sobrevivieron a la represión fueron llevados a tierras andaluzas y castellanas.

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