Evolución del Consumo de Masas: Del Fordismo al Estado de Bienestar
Classified in Scienze sociali
Written at on italiano with a size of 5,67 KB.
El Auge del Consumo de Masas y su Impacto en la Sociedad
El capitalismo internacional experimentó una profunda crisis a finales del siglo XIX, que lo llevó a una fase mucho más organizada. Este cambio produjo transformaciones fundamentales que sentaron las bases para la remodelación del funcionamiento de la "economía mundo", los sistemas de producción y la reproducción del capital. Las innovaciones introducidas en el proceso de producción consolidaron lo que se conoce como la Segunda Revolución Industrial. El nuevo modelo de regulación, el fordismo, comenzó a gestarse alrededor de la Primera Guerra Mundial, impulsado por las necesidades bélicas, y se estableció con el crecimiento de un mercado de consumo que tendió a transformar la "condición obrera", separando el estatus del trabajador de la pobreza.
Esto requería que el flujo de trabajo fuera capaz de producir en grandes series a una velocidad considerable y a un precio relativamente bajo, creando un "consumidor estándar". Nos encontramos ante una producción masiva de bienes de consumo, incluyendo bienes de uso cotidiano, y no solo de lujo. A pesar de esto, la idea de transformar a la clase obrera en una clase con mayor poder adquisitivo indica una tendencia a dar un valor económico al salario que nunca antes había poseído.
La Transformación del Espacio Doméstico y la Cultura del Consumo
La producción en masa generó un nuevo espacio social reconstruido en función de las nuevas necesidades empresariales: el espacio económico doméstico. Las normas de consumo, los estilos de vida y las bases salariales se volvieron incompatibles con el mantenimiento de las formas tradicionales de trabajo del siglo XIX y principios del XX, marcadas por la pobreza y las carencias.
A lo largo del siglo XX, se buscó crear una potente industria publicitaria y de promoción comercial, que comenzó a ganar importancia y a superar la resistencia a la austeridad, el puritanismo, las formas tradicionales de consumo, el ahorro excesivo, etc. Esta era la misión del nuevo sector dedicado al consumismo como el nuevo éxito del capitalismo frente a la ética tradicional del ahorro. El consumo se normalizó, se estandarizó y constituyó una norma social del consumo de los trabajadores, configurando una estructura de consumo basada en la adquisición de bienes de subsistencia tradicionales y el acceso a la propiedad individual de nuevos bienes (automóviles, electrodomésticos, etc.) que antes no existían o no eran accesibles para las clases trabajadoras. Estos consumos se abarataron gracias a la producción en serie, pero siguieron diferenciándose del consumo de las élites.
La Racionalización del Trabajo y la Crisis de Demanda
La condición de los trabajadores se sometió a un proceso de racionalización que se tradujo en una mayor riqueza material en el lugar de trabajo. Sin embargo, esto terminó por producir una crisis de demanda, como se evidenció en el crack financiero. Para responder a las necesidades de una ampliación social y una socialización del consumo, se implementaron respuestas como el New Deal, que amplió el consumo de masas y creó una fuerte infraestructura de consumo colectivo, dando lugar al famoso Estado de Bienestar.
La Extensión del Consumo de Masas y la Integración Social
El consumo se convirtió en la principal forma de integración social, aunque de manera irregular. El crecimiento económico implicó una base extendida para el acceso a la adquisición de un conjunto de bienes privados, apoyado también por una red pública de bienes de consumo. Las prácticas tendieron a codificarse socialmente con cierta homogeneidad, creando un estilo de vida basado en la adquisición de productos cada vez más asequibles para un público cada vez más amplio, que además conllevaban una serie de valores asociados. Extender la cultura del trabajo a una asunción del consumo se convirtió en la misión de la publicidad directa y el diseño del producto.
En esta fase, posterior al fordismo clásico, el consumo se convirtió en una actividad obligatoria, y la intensa jornada laboral se completó con el entretenimiento diario. El consumo fordista era una reproducción del estatus, pero también actuaba como habitus, y se convirtió en un lugar de lucha en el que la nueva condición de los trabajadores buscaba organizar el acceso a este estándar de consumo de masas. La producción en masa generó un consumidor masivo organizado, uniforme, unido en el optimismo de ser la primera generación en acceder a los bienes de consumo modernos. Frente al triunfo del consumo de masas típico de las nuevas condiciones de trabajo, surgió un nuevo tipo de consumo, el consumo cultural distintivo, que se convirtió en seña de identidad de las emergentes clases urbanas profesionales, con un nuevo gusto por la serialización.
El Papel del Estado en la Promoción del Consumo
El papel del Estado fue fundamental en este proceso. Por un lado, se encargó de la integración del salario de los trabajadores, controlando el precio del trabajo, el salario individual, y manteniendo la dinámica precio-consumo estabilizada. Por otro lado, el salario indirecto, los servicios públicos y los derechos sociales que de ellos se derivan, surgieron como respuesta a las necesidades del trabajo y, a su vez, fueron las formas materiales de socialización de la base del consumo privado. Los trabajadores se beneficiaron indirectamente de los gastos en infraestructuras y servicios (como la educación) y de los programas para proteger al individuo de la inseguridad económica (como la viudedad o el desempleo). El Estado se comportó, en definitiva, como el motor del consumo.