Platón vs. Aristóteles: Diferencias Fundamentales en Metafísica y Cosmología

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Platón = apunta hacia arriba porque está convencido de que la verdad, la realidad última del ser (es decir, de todo lo que existe) reside en las Ideas, que son trascendentes (= van más allá del mundo sensible) y residen en el Hiperuranio. Las esencias de las cosas, por lo tanto, no se pueden conocer en el mundo sensible con los sentidos, sino a través de la capacidad de abstracción de la razón, que recuerda las Ideas contempladas en el Hiperuranio, es decir, el mundo inteligible más allá del terrenal. En consecuencia, en el mundo sensible no se puede tener certeza, sino que solo se tiene opinión. El método de investigación filosófico será, pues, el de ir más allá del plano sensible (ejercicio de muerte).

Aristóteles = tiene la palma de la mano hacia abajo porque cree que la verdad y la realidad última del ser se encuentran en el mundo sensible, es decir, en la inmanencia. Las esencias de las cosas, por lo tanto, se pueden conocer en el mundo que se habita con el cuerpo; incluso estas deberán ser conocidas con la razón, la cual, sin embargo, no deberá negar los sentidos y el cuerpo, sino basarse en sus percepciones. En consecuencia, del mundo sensible se puede tener un conocimiento científico cierto. El método de investigación filosófico se basará en la observación de la naturaleza, primer paso fundamental para conocer las esencias.

Para Platón, primero existen las Ideas (por ejemplo: la idea de hombre), que tienen su sede en el mundo de las Ideas, luego los individuos en el mundo sensible (por ejemplo: un solo hombre como Sócrates), que son una copia de ellas; las Ideas tienen más realidad y dicen la verdad. VS. Aristóteles, que sostiene lo contrario: primero existe el individuo concreto y singular, que tiene más realidad que la idea a la que corresponde. Sin los individuos singulares, es decir, no existirían los nombres de los grupos o de las ideas. Las ideas y los nombres de los grupos no existen concretamente.

La Sustancia en Aristóteles

La sustancia es definida por Aristóteles como aquello que permanece estable frente al cambio, es necesaria y tiene un carácter individual.

  • La sustancia puede existir sin los predicados, pero los predicados no pueden existir sin sustancia.
  • La sustancia es el ser en cuanto ser, es decir, considerado solo en su existencia sin características particulares.
  • La sustancia es la base del ser.

SOSTANZA = MATERIA + FORMA → sinolo (la sustancia es unión de materia y forma)

El Cosmos Aristotélico

Mundo Sublunar

En el centro del universo se encuentra la Tierra, en la que prevalece el elemento de tierra, rodeada por las esferas de los otros elementos (que van de abajo hacia arriba en orden de ligereza): agua, aire y fuego. Estos elementos se ubican debajo de la Luna, fijada en otra esfera celeste. Todas las esferas de los elementos que están debajo de la luna forman parte del mundo sublunar, que se caracteriza por la contingencia, la corruptibilidad y la imperfección: las cosas de este mundo cambian con el tiempo y perecen; su movimiento es, además, rectilíneo y tiende hacia un lugar preestablecido por un propósito en la naturaleza (→ teleología). Los movimientos y el cambio, como por ejemplo las estaciones, del mundo sublunar están determinados por los movimientos del mundo más allá de la esfera de la Luna.

Mundo Supralunar

Más allá de la Luna se encuentran todos los demás planetas (el Sol es el cuarto); cada uno de ellos está engastado en su propia esfera. Lo que hace que los planetas se muevan alrededor de la Tierra son las propias esferas, que realizan un movimiento circular. Este movimiento es considerado perfecto por Aristóteles y afecta a aquellas sustancias (como los planetas) incorruptibles, es decir, que son eternas y necesarias. Estas sustancias incorruptibles están constituidas por un quinto elemento que tiene características no sujetas al cambio: el éter. En la esfera más alta de este mundo se encuentran las estrellas fijas, también engastadas.

El Motor Inmóvil

Para la teoría de la física de Aristóteles, todo movimiento es un paso de la potencia al acto determinado por una o más causas. Dado que todo el cosmos funciona de esta manera, incluso el movimiento circular perfecto puede verse como el acto (punto final del movimiento en la circunferencia) de una potencia (punto inicial en la circunferencia). Pero, ¿cuál es la causa del movimiento de estos planetas? Aristóteles sostiene que debe haber un motor más allá de las estrellas fijas que cause estos movimientos, un motor que, sin embargo, debe ser inmóvil. ¿Por qué? Porque si este motor también se moviera, su movimiento debería ser causado por algo; y si este algo también se moviera, debería haber una causa adicional para este movimiento; y así sucesivamente hasta el infinito en busca de una nueva causa. Como retroceder hasta el infinito no es admisible desde el punto de vista lógico, Aristóteles supone que existe un motor inmóvil siempre en acto y nunca en potencia (por lo tanto, no necesita ninguna causa para dar movimiento a los planetas). Este motor se puede conocer con el pensamiento, pero no con los sentidos: es una sustancia suprasensible. Por lo tanto, la disciplina que se ocupa de su estudio es la metafísica. El motor inmóvil también se denomina ACTO PURO y PENSAMIENTO DE PENSAMIENTO, también CAUSA INCAUSADA. El motor inmóvil es eterno y máximamente perfecto, porque no es más que pura inteligencia, puro pensamiento dedicado a la actividad filosófica. La metafísica, es decir, el estudio de la sustancia suprasensible, fundamenta la física para Aristóteles: el motor inmóvil es, de hecho, la causa de todo el movimiento en el cosmos, en cuanto que determina el movimiento de las esferas celestes supralunares, las cuales a su vez son causa del movimiento y del cambio en el mundo sublunar. El cosmos no es más que una cadena de causa-efecto. Al fin y al cabo, cada cosa tiende a su fin natural porque es movida en última instancia por el motor inmóvil: solo así se produce el paso de la potencia al acto. Dado que el motor inmóvil es incorruptible, no puede tener ningún contacto con la materia, que se corrompe con el tiempo; en consecuencia, el primer motor no actúa como causa eficiente, sino como causa final. Los astros tienden a alcanzar el fin de la perfección (a convertirse en acto) porque quieren imitar al primer motor: así se genera el impulso al movimiento circular. El cosmos se mueve porque desea, ama, al primer motor.

Teología en Aristóteles

Aristóteles asocia el primer motor a Dios. No es una divinidad con personalidad y voluntad, sino una sustancia eterna e incorruptible que solo piensa en sí misma, sin dirigirse al resto del cosmos con amor. Al contrario que la divinidad judeocristiana, el Dios aristotélico no ha creado el cosmos, que es eterno e increado, y no interviene con milagros en el curso de los acontecimientos humanos o planetarios: solo da un orden al universo.

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